viernes, 8 de mayo de 2020

MÁS ALLÁ DE DONDE LA ESPERANZA TERMINA.






Nosotros avanzamos
en el más hondo de los sielencios,
esperando a que llegue el momento
de dar el gran salto.

Somos muchas, 
más de lo que parece,
hombres y mujeres,
 avanzando...

Que sabemos  que la fraternidad
aún no está conquistada,
que el miedo y la mordaza
acallan las buenas noticias,

que sabemos que hay muchos
 soldados y periodistas
protegiendo con sus armas
y justificando con sus  firmas
este estado estacionario
de  bombas y de  muerte.

Y hoy, mayo de 2020,
el reto del gran salto se aproxima,
con precipicios abismales
y murallas cuya altura
apabulla nuestra vista.

Avanzamos sin certezas

hacia la luz mortecina.
Avanzamos con la esperanza
de que haya esperanza
allá donde la esperanza se termina.


EL CUENTO DEL LOBO





¿Donde te has ido?
El viejo lobo herido
aullaba a la
joven loba ausente.

El silencio helado
de la noche hiriente
acalló para siempre
el aullido del viejo lobo.

Ahora viaja por el valle,
siempre cerca del río,
sabedor de que 
nunca le faltará el agua
y que podrá cazar 
para seguir vivo.

Conocedor del dulce vacío
que las guerras perdidas le han dejado.
Y de que su tiempo de lucha,
por fin,
se ha terminado.
   


II

La joven loba
ha vuelto al bosque,
desnuda de verde y deseo.

El viejo lobo
se alegra al saberlo,
aunque eche de menos
los juegos ardientes
en aquellas noches brillantes.

Que corra libre, se dice.
Que encuentre nuevos amantes.

El viejo lobo sabe
que habrá un espacio
para el recuerdo,
en el bosque inmenso,
y en las montañas sagradas
 de sus lindes.


III

El viejo lobo dudaba
si volver sobre su rastro
o seguir hacia la nada.

El recuerdo del agua
en el último oasis de su vida
paraliza su viaje
hacia los confines del universo.

Fiel a su centro,
el viejo lobo
retoma el camino,
sabe que está perdido
pero también sabe 
que ya no hay certezas.

El desierto es su casa,
y la sed, su fuerza.


IV

El viejo lobo camina 
entre dunas doradas
que sepultan en sus entrañas
lo que antes fuera un bosque.

Apenas queda agua, 
 comida, casi nada:
solo las carroñas amargas
de las guerras de los humanos.

El viejo lobo se pregunta
qué hace él solo
en un mundo desolado.

Y sigue caminado hacia el norte,
impulsado por un instinto
que no reconoce como suyo.

El viejo lobo ya no espera nada,
en medio de las dunas doradas, 
simplemente sigue caminando.




V



El lobo olfatea
la escena de  guerra.
Su instinto le dice que corra,
su hambre, que vuelva.

Mira a un lado y a otro,
olfatea,
por fin decide marcharse:
que los humanos se maten,
no le interesa.

Cuando vuelve al bosque
no encuentra el camino.
El olor a pino
¿Dónde ha quedado?
¿Dónde hay ciervos
para la caza,
dónde venados?

Ya no hay nada:
lo destruyeron los humanos.

El lobo vuelve a la guerra.
Tal vez pueda
sobrevivir una temporada
con tanta carroña
acumulada en el campo.

Pero el viejo lobo,
horrorizado,
se pregunta si  merece la pena
resistir en un mundo devastado.