sábado, 23 de enero de 2021

Pasión y miedo.

 



Cuando digo que te añoro

no se muy bien a quien me refiero:

¿A tus labios y a tus manos

al color amable de tu cielo?


¿Al fuego entre tus piernas,

a las tormentas que revientan

sobre las costas y los pueblos?


Añoro tu paz y te temo.

Hijo de tus sagas, 

reconozco mi linaje,

y amo con pasión

las pasiones que me has regalado:

aquellos besos de fuego,

la rabia,

el silencio,

el olfato.

Las piernas de mi amada

añoradas durante milenios.

Sus ojos y su sexo.

Sus dulces manos.


Amo tus pechos de tierra y roca

y los valles frondosos donde se alojan

los rincones más ricos de tu cuerpo.


Te añoro y añoro sus besos.

Te temo y temo su silencio.

Temo tu indiferencia cansada.

Temo su despreció y su rabia.


Mi especie, 

la especie humana,

se ha equivocado.

Y yo añoro los tiempos

de paz con el planeta

y de pasión entre tus brazos.


Morir de añoranza

entre las tormentas blancas

del cambio climático.


Morir en la distancia

de aquellas manos amadas

que ofrecían esperanza

a mi cuerpo desgastado.

Morir, sí, pero ¿cuándo?