Imagino que te recuerdo
y es mi cuerpo
el que dibuja en su mapa
los matices de tu reflejo.
No existes
ni existe tu tiempo
ni mis manos te añoran
ni te lloran
mis ojos secos.
Aunque mi cuerpo mapea
el olor de tu cuerpo
y el sabor salado
del más íntimo de los besos,
aún con todo eso,
no existes.
Ciego miro
el largo camino
que va de tí a ninguna parte.
Y me digo
no existes,
nunca has existido.
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