De cuerpos celestes
bailando desnudos
la danza sagrada
del placer y de la vida.
De cuerpos en armonía,
dinámicos en la luz libre
de la caricia y el beso.
De cuerpos de deseo,
sin dolor ni pecado,
celebrando exaltados
los rincones besados
del cuerpo amigo.
De tu cuerpo y el mío.
De la magia de estar vivos
en el misterio insondable
de los recuerdos.
De los recuerdos de carne,
que no se borran aunque los maten
las palabras convencionales
de los tiempos reprimidos.
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