La dulce frontera no es el paraiso;
es una región del cuerpo y del alma
donde el deseo descansa al borde del abismo.
Abajo, los vientos salvajes
que enardecen el río.
Arriba, un sol tibio
que llena de paz
cada abrazo dado
y cada beso reprimido.
Y la dulce frontera,
en la que se encuentran
todos los mundos posibles
entre tu mundo y el mío.
Un sitio tranquilo, bello,
habitado por besos no dados
y abrazos que llenaron
cualquier clase de vacío.
Allí hay una casa,
en la dulce frontera,
para habitarla sin la esperanza
de llegar a ningún sitio.
La esperanza que es innecesaria
cuando estoy contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario