La ley de la polaridad;
de la tensión entre dos polos opuestos,
surge lo complementario.
Si negamos uno de los dos polos,
nos negamos
el camino no marcado
que lleva a la plenitud.
Bueno y malo,
enferma y sana,
única en mi conciencia
y parte de la conciencia colectiva,
luchando y quieto,
abierto y cerrado,
todo a un tiempo,
sin miedo a la imposibilidad
de abarcar los extremos
y de unificar la experiencia.
Sin miedo, sí,
pero con miedo
de perder esta tierra
en la que habitamos.
Miedo a que no sepamos
unificar lo que es complementario:
tu cuerpo y mi cuerpo,
tu cuerpo y mi mente,
mi mente y la mente colectiva,
el que lucha y el que medita,
mi vida y la Vida
que acoge y habita
este momento y sus espacios.
Sin miedo a lo que pase,
confiando,
que hay una unificación que no comprendo
hacia la que hay que avanzar
aceptando,
la complementariedad de lo opuesto:
soy yo,
pero solo contigo y con todas,
me completo y me hago plenamente humano.
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